Hoy he contemplado ese milagro:
una yegua dando a luz.
(En virtual, en diferido, poco altera
la sustancia. Lo recuerdo también
en toda su crudeza con seis o siete
años. Aquellos partos con ayuda
humana. Las cuadras. El pueblo.
El estío desurbanizado, la suculenta
libertad.)
El potrillo tan grande y ágil,
en cuestión de minutos. La madre
lamiéndolo.
Me corroen esas imágenes.
Los instantes de un largo ciclo
-cósmico, contingente-
de reproducción de la vida.
Mientras el planeta
aguante.
¿Por qué tanto empeño
en mirar para otro lado?
Fotografía: Chema Madoz
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