Parece increíble que los crisantemos
hayan sonreído durante más de una semana.
En su océano doméstico, absorbiendo frugales
toda la tristeza del ambiente. Con esa
provocación naranja no hay espacio
para lo sórdido ni para la nieve que irás
a comprobar gélida y que persiste.
A los caballos en reposo que acariciarás
a contrapelo diles, de mi parte, que no
me olvidaré de conjugar su diccionario.
Todo aquí es una ironía y nadie nos explica
los cadáveres de la belleza salpicando
los caminos. La libación, los manantiales,
los tifones indomables, las serpientes
y la muda de piel y de escamas.
Vuelve al círculo, a encestar con los críos
que pueblan la cancha del barrio. Vuelve
al aire salado y a bruñir los amaneceres
del domingo. Las conchas fósiles seguirán
acumulando sus millonésimas de pedazos
en los arenales. Las almas indiferentes
a su mortalidad invocarán conceptos
de alcance limitado. Y quién besará
el líquido sudoroso de los cuerpos ebrios
después del trance.
Fotografía: Carlo Mollino
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Polikarpov -
en la noche, en el riesgo de compartir piel y palabras".