Hermética dulzura. Siete de la mañana,
escalofríos. Otro día incierto.
Me escribes tu última carta y ahí
concluye un amor. Se disipa la niebla.
La revancha del azar.
Sabes aún a café, lo transpiras.
La misma ensoñación ahora
que ya no, que el amanecer
es diáfano y refrescante.
Y me digo, esta levedad, el mundo
horadado, las palabras que forjamos,
la persistencia.
Fotografía: Nobuyoshi Araki
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