La geometría de mis emociones
es una repetición, en otra escala,
de los pliegues infinitos
de tu cuerpo que, a su vez,
constituyen idénticos reflejos
de la materia
universal.
Me tumbo a ras de suelo
en postración y cálculo
de mi masa para, desde ahí,
venerar esas simétricas
disyuntivas y afinidades,
reconocer los sacrificios,
sumarme
a lo mínimo.
Más que una lógica
de organización detrás,
esos vasos comunicantes
anuncian lo frágil y posible,
la inercia capaz de unirnos
o la centrífuga deriva
hacia una de esas tristes
periferias
urbanas.
Fotografía: Mai Oltra
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