Los canguros, grisáceos y altísimos
como jugadores de baloncesto
merodeaban tan panchos alrededor
de la casa, acristalada, donde nos hospedamos
en Margaret River
las playas pedregosas lucían
esa hipnótica amalgama
fruto de millones de olas asestando
sus golpes
los surfistas, con su devoción
en aquella latitud meridional
el invierno era suave
quizá se estaba fraguando ya
otro combate
al que acudí con vendas en los ojos
una copia de toda su discografía indie
reside ahora como inquilina
de mi ordenador
creo que en Guantánamo
ese estado de excepción permanente
cloacas de la ley y el orden, paradigma
utilizaban canciones mainstream para torturar
a su población condicional
después del amor
la memoria inflige su correctivo
Fotografía: yama-bato
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