El autor muere y se lleva consigo a la tumba
lo que no pudo contar, digerir, entender
a pesar de los homenajes y las menciones
lo que queda de su obra
tiene más que ver con lo que cada cual
hace de ella
(identificación, inspirar
espíritu de época)
que con el trabajo detallista, miniaturas
subrayados, coleccionismo
en los que se enfangó
el monje bibliotecario, organizar el tiempo
en función de las lecturas deseadas
la imaginación desbordante, las fabulosas maquinaciones
el estraperlo con la otra orilla de la realidad
el ajuste de cuentas con la tramposa memoria
afanarse en desvelar, desmitificar
repartir culpas y oscuras intenciones
a diestro y siniestro
nadie sale indemne de su titánica osadía
por mucho que su ausencia se repliegue
a la sombra del olvido
conciencia del crepúsculo: la mano que se dibuja
a sí misma, nada que perder, excavar más hondo
Fotografía: yama-bato
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