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ateo poeta

 

El secreto de la buena vida, del relato, de la historia

del amor

es que no hay secreto

 

entrenamos los músculos, agasajamos a nuestros órganos

digestivos, se le imponen tareas forzosas al cerebro

 

mientras la batalla se dirime

entre aliados y oponentes, aflicciones siempre

acosando a cualquier dicha duradera

y la indiferencia de un paisaje

innoble

caduco

oportunista

 

pruebo el método que ha resultado útil

en otras ocasiones y enseguida anochece

buscar domicilio a tientas

coordenadas

reparación de viejos instrumentos

al servicio de propósitos exteriores

 

el aristócrata filósofo también cayó en la esclavitud

 

alimentarme de la luz marchita

si fuera necesario

 

 

Fotografía: yama-bato

 

 

 

 

 

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