El secreto de la buena vida, del relato, de la historia
del amor
es que no hay secreto
entrenamos los músculos, agasajamos a nuestros órganos
digestivos, se le imponen tareas forzosas al cerebro
mientras la batalla se dirime
entre aliados y oponentes, aflicciones siempre
acosando a cualquier dicha duradera
y la indiferencia de un paisaje
innoble
caduco
oportunista
pruebo el método que ha resultado útil
en otras ocasiones y enseguida anochece
buscar domicilio a tientas
coordenadas
reparación de viejos instrumentos
al servicio de propósitos exteriores
el aristócrata filósofo también cayó en la esclavitud
alimentarme de la luz marchita
si fuera necesario
Fotografía: yama-bato
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