Al cumplir años celebras al unísono lo que debía irse
y el tiempo que inauguras, inminente, rojo, palpitando,
en maduración.
Sabes que lo real y lo irreal se aman y se alimentan
mutuamente, se regalan acertijos, exóticas infusiones
y conceptos de sentido común.
Cuando te miras en el fondo de los ojos que te miran
descubres que es necesario seguir, que la belleza
reside en la yema de los dedos, en las anomalías
y las acrobacias que nos sostienen
en el aire.
Las líneas del horizonte, las incertidumbres, reafirmar
el presente. Una suerte de claridad que te inunda.
Fotografía: Sára Saudkova
Al cumplir años celebras al unísono lo que debía irse
y el tiempo que inauguras, inminente, rojo, palpitando,
en maduración.
Sabes que lo real y lo irreal se aman y se alimentan
mutuamente, se regalan acertijos, exóticas infusiones
y conceptos de sentido común.
Cuando te miras en el fondo de los ojos que te miran
descubres que es necesario seguir, que la belleza
reside en la yema de los dedos, en las anomalías
y las acrobacias que nos sostienen
en el aire.
Las líneas del horizonte, las incertidumbres, reafirmar
el presente. Una suerte de claridad que te inunda.
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