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ateo poeta

 

 

Al cumplir años celebras al unísono lo que debía irse

y el tiempo que inauguras, inminente, rojo, palpitando,

en maduración.

 

Sabes que lo real y lo irreal se aman y se alimentan

mutuamente, se regalan acertijos, exóticas infusiones

y conceptos de sentido común.

 

Cuando te miras en el fondo de los ojos que te miran

descubres que es necesario seguir, que la belleza

reside en la yema de los dedos, en las anomalías

y las acrobacias que nos sostienen

en el aire.

 

Las líneas del horizonte, las incertidumbres, reafirmar

el presente. Una suerte de claridad que te inunda.

 

 

Fotografía: Sára Saudkova

 

 

 

 

 


Al cumplir años celebras al unísono lo que debía irse
y el tiempo que inauguras, inminente, rojo, palpitando,
en maduración.

Sabes que lo real y lo irreal se aman y se alimentan
mutuamente, se regalan acertijos, exóticas infusiones
y conceptos de sentido común.

Cuando te miras en el fondo de los ojos que te miran
descubres que es necesario seguir, que la belleza
reside en la yema de los dedos, en las anomalías
y las acrobacias que nos sostienen
en el aire.

Las líneas del horizonte, las incertidumbres, reafirmar
el presente. Una suerte de claridad que te inunda.

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