Este agosto no ha cesado de llover,
las semanas anteriores, los días que intentamos
ir a las playas e islas, fugarnos de la rutina, renaciendo
de otros modos, carnales, lúcidos, voluptuosos, como
libélulas y noches encendidas
y una felicidad inexplicable.
También ahora está el cielo gris, preñado de agua,
nada de espejismos, el sol asoma en su ínfima escasez,
estas tierras verdes del norte, la vieja Europa,
y pienso solo, meditabundo,
como si mi voz y lo que no escribí
por los ajetreos del viaje, y el futuro, y todas esas
incógnitas y memorias,
brotaran espontáneas, recurrentes,
como hongos, una definición de la certeza, estar próximo
a ti, qué es lo sustantivo de vivir cuando
necesitamos el vínculo
con el afuera.
Anclajes, moradas, guarecernos y cosechar
la abundancia cuando escampe.
Fotografía: Sára Saudkova
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