Me alimento con las hierbas del olvido
y queso azul como un examen de analogías.
Remite la fiebre como si de fondo danzaran
las espadas arcanas en sus quimeras de ingenio.
Husmeo la primavera en el futuro imperfecto
que delatan los ánimos volubles y la menta.
Salto con pértigas por las calles. Aún es febrero,
hay témpanos y ese aroma a café tostado
que viene de la fábrica del río. Veo tu torso
desnudo y playas lánguidas en mis ojos.
Deseo acurrucarme en mi infancia, ese océano
de medicinas naturales sin domicilio.
Es hora del vientre que forjará armonías tenaces
y un firmamento donde se esparcen fortunas.
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