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ateo poeta

La isla de los antropólogos

La isla de los antropólogos

 

 

 

 

“La isla de los antropólogos y otros relatos” es un libro escrito por Iban Zaldua (2002) que se deja leer con facilidad. La prosa no es ampulosa ni pedante; le basta la efectividad de una narración ajustada a los hechos. El lirismo, desde luego, no es para buscarlo en estas páginas. Casi todas las historias guardan una nota de humor o de drama macabro en su final, lo que las hace culminar con aceptable dosis de sorpresa para el lector. Inquietan algunas como la de un donante de sangre que accede a los experimentos de una médica sanguinaria y, a la vez, seductora. Un relato sobre la elaboración del primer censo deja en el aire la sospecha de que se matase a la población que no daba tiempo a ser contabilizada. Un relato con formato académico narra con sarcasmo las diatribas de los antropólogos que acuden una y otra vez a una isla del Pacífico donde los nativos han aprendido a darles imágenes distintas a los observadores. Un historiador económico, como el propio autor, descubre que la archivista de un pequeño ayuntamiento ocultaba turbias relaciones con anteriores investigadores. Un espía infiltrado en las filas enemigas muestra las miserias de su exitosa integración, sin mayor pena ni gloria. En fin, agradable juego de sombras para andar en la vida con un tercer ojo avizor.

 

3 comentarios

Aborigen -

Para mi de la mejor sociología que he leido en mucho tiempo son eso que tu llamas anotaciones antropológicas. Las citas sobra siempre. Demostrar lo que sabes, en quién te apoyas o respaldas y continuar el tedio de la retórica académica de la cita es inutil. Ahora estoy recopilando mis recetas de cocina. Me mando la última.

ateopoeta -

ayer envié a un congreso mis anotaciones antropolóicas de lo que viví en Pekín y lo hice con cierto rubor, sin una sola cita académica, pero seguro de la verdad de lo que vives y relacionas, de la pasión por darle rienda suelta a la curiosidad y descreértelo todo a la vez que sabes que todos tenemos nuestras muletas de creencias. Por eso te entiendo y entiendo que el conocimiento tiene tanto de antropología de los otros y de nosotros, de realidad y de ficciones dentro de la realidad. Ya me enseñarás que vas dilucidando de tus parajes extremeños. Un abrazo.

Aborigen -

Solo hay que leer a los antropólogos de verdad del XIX su pose de inmersión, la imposibilidad de desnudarse del prejuicio. Tristes Trópicos.
Leí Pandora en el Congo, de un novelista antropólogo y me gustó. Yo mismo trabajo ahora de antropólogo anotando la vida en cuadernillos y mp3, voy por la selva esteparia de Extremadura descubriendo los nuevos tristes trópicos de aquí.