Utopía
“Como el Fénix que renace de sus cenizas, la palabra Utopía ha vuelto a nuestro léxico político después de décadas de ostracismo. La caída del modelo económico ultraliberal y el descrédito total del sistema bancario que lo apoyaba ha creado un vacío ideológico que reabre el debate sobre la esencia de nuestra sociedad.
Este hecho, imprevisible cuando comencé a pensar en mi nuevo espectáculo, crea un marco sorprendente e inmejorable para apreciar la validez de los argumentos de la más ambiciosa de mis obras: UTOPÍA, una apología sin complejos de los verdaderos valores progresistas. No creo que mi acierto al elegir este tema sea sólo atribuible a la suerte. Para mí el trabajo de un artista es saber escuchar a la sociedad, buscar en la realidad las energías que fluyen y utilizar esa fuerza para impactar en el público, reivindicando el protagonismo del Arte en el debate político.
En UTOPÍA hay un argumento que he ido formando a lo largo de estos últimos años: la falta de pasión de todos los partidos de la Izquierda institucionalizada, no sólo en España sino en toda Europa. Un mundo burocratizado, profundamente aburrido en su “centrismo” y que no inspira nada a las nuevas generaciones, creando una juventud huérfana de una esperanza política y sin rumbo y sin proyecto.
No hay calamidad más grande para una sociedad que no saber apreciar el idealismo de sus jóvenes. Este deseo de castigar a los partidos “progres” tiene también otra causa muy personal: la increíble experiencia humana que he vivido desde 2006 como diana de las iras de los ultracatólicos y de la extrema derecha por mis posiciones ateas. El fervor y la exaltación de estos grupos frente a la apatía rutinaria de los otros es francamente preocupante y más aún cuando uno descubre el peligroso esperpento de esas ideologías. Para hacerse una idea basta leer el libro neocon-franquista del Sr. Aznar: “Carta a un joven español”. En cierto modo UTOPÍA nace como una respuesta a las tesis históricas y políticas del líder de la FAES. Pero a medida que he ido profundizando en la extraña postración de la izquierda actual, empiezo a matizar mis acusaciones.
He encontrado razones objetivas y poderes ocultos que han obrado con determinación para corromper y diluir los ideales que nacieron con LA ILUSTRACIÓN. Retomando el hilo de la verdadera historia de las utopías de los últimos dos siglos, hay que romper el condicionamiento mental que nos hace renunciar a nuestros sueños e indicar un camino para volver a creer en nuestra capacidad de cambiar las cosas. Quiero mostrar que vivir sin utopía es mal vivir y, así, despertar en el público el deseo de nuevos sueños.
U-TOPÍA: el lugar que no existe. Simboliza un espacio temporal diferente donde la vida es más afín a la poesía que a la física.”
Leo Bassi
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