astros
Moriría consumido por tus llamas,
por tu navío en llamas, por tus muslos incandescentes
si no nos concediésemos el asueto sabático
que se merecen nuestros frágiles
engranajes.
En tu lago de ósculos,
en el umbral de dejar de ser
(entrar y salir como en un abracadabra)
en el umbral de ser a la par
y perecer por el fulgor
que desprenden nuestras vísceras existenciales
expuestas: ahí levantamos nuestros andamios.
Amo tus senos, desvestirlos,
tu lamer mis vuelos
tu navegar en mi risa
cuando erecto me lames
sonrosado el ocaso.
Ornamentas cada instante humeante donde amasas
el marfil
la paz
el orgasmo postergado
el orgasmo precoz
tu piel luminosa
las cianobacterias primigenias
que hicieron posible este y cualquier amor
(insólitos, disipativos)
esta turgencia
este futuro granado
el lado oscuro
el lado salvaje
el lado cósmico y el telúrico lado
lo que nos hace sudar
hasta el éxtasis del boogie boogie.
Ahora estoy embarazado
de tu progenie virtual,
de tus pupilas enfocando el piano y el contrabajo
recorriendo tu columna vertebradora y tu coxis,
un son en tus caderas, una rosa embriagadora.
Amo tu luna astronómica, ornamentas cada amanecer ajazminado.
¿Son los labios carnosos -de la boca, del pubis- el tercer ojo?
¿Soy un sueño para ti: una escafandra de astronauta o de submarinista?
Amor, amo el champú de tu pelo, tu lengua viva preñada
de buganvillas y una ley vetusta con la que parlamentamos
muy diplomática y vorazmente.
En el día de tu cumpleaños araño los arañazos de la vida:
soy la succión de las caricias analgésicas, robo todas las frutas
de los vergeles en aras de la persistencia, me persigo
y te encuentro.
(Y según ordenan nuestros engranajes
nos damos el descanso imprescindible.)
(¿Qué significará echarse de menos?)
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