Es difícil ilusionarse, se dice.
Muchos prefieren la risa floja y las frivolidades
en lugar de mofarse con violencia
de las fuentes del dolor
y de sus responsables de infames rostros.
¿Cómo revelar la arquitectura invisible
del poder y de la sumisión ramificada?
Que nada paralice tu voluntad
aunque cabalgues a lomos de una conciencia
paradójica y quebrada,
en el filo cortante de la navaja y del concepto.
Hay tareas ingratas
y hay transitorios emplazamientos, ambulantes.
Propicia tu celebración -aunque clandestina-
de las escaramuzas ganadas
en la nebulosa infinitud, muerde esa pulpa
merecida
en el afán de un nuevo y obsequioso jardín.
Fotografía: Sybille Bergeman
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