Ya no tengo hambre, hoy ya he comido por mí
y por todos los hambrientos que no cuento por
temor a equivocarme, no vayan a morir más o
menos que las nuevas incorporaciones al finalizar
la cuenta y acercarse la hora, triste y alegre,
de un nuevo almuerzo.
También otros habrán comido hoy más y mejor,
o sin reparar en su gula sin límites que sólo
gratificará a sus forenses y cirujanos, otros a
quienes les niego cualquier empatía, sonrisa
o saludo de buenos tardes por mucho que nos una
el mismo gesto con los cubiertos.
Por alguna extraña razón comprendo que tanto unos
como otros y los de más allá cultiven su propia
gastronomía.
Empero, mi corazón sigue encogido.
0 comentarios