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ateo poeta

 

Ya no tengo hambre, hoy ya he comido por mí

y por todos los hambrientos que no cuento por

temor a equivocarme, no vayan a morir más o

menos que las nuevas incorporaciones al finalizar

la cuenta y acercarse la hora, triste y alegre,

de un nuevo almuerzo.

 

También otros habrán comido hoy más y mejor,

o sin reparar en su gula sin límites que sólo

gratificará a sus forenses y cirujanos, otros a

quienes les niego cualquier empatía, sonrisa

o saludo de buenos tardes por mucho que nos una

el mismo gesto con los cubiertos.

 

Por alguna extraña razón comprendo que tanto unos

como otros y los de más allá cultiven su propia

gastronomía.

 

Empero, mi corazón sigue encogido.

 

 

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