Tanto deambulan los espectros
como los cuerpos de carne y hueso
intentando atisbar sin éxito su propia
imagen, en un espejo tras otro,
sin reconocerse idénticos ni una sola vez.
Ni una manzana solemne,
ni mi vestimenta de camuflaje,
ni la lluvia con su pericia declinante
padecen semejantes distorsiones
hasta que me interrogo: ¿quién es ese
que muerde la fruta providencial?
¿qué vacío o que multitud se agolpa
para cubrir mi desnuda naturaleza?
¿qué importan el ángulo o el escalofrío
húmedo si la piel del alma
es sólo porosidad?
Fotografía: Man Ray
0 comentarios