Regresa a ti,
a tu aleación,
a la conciencia
de las fisuras que entretejen
el vacío, pues, si no,
se deformará
tu palabra pensada,
sedimentará
en las turbias salinas.
Antes de que se aneguen
los círculos,
antes de la crecida
del tiempo ebrio,
del lúpulo trenzado,
de la nostalgia por
cabalgar hasta los mares
de alfalfa y ocaso,
regresa a ti
pues sólo desde tu sed
infinita,
desde tus ojos
zozobrantes, en el
filo de tu amargo
paladar,
donde se masca
la ausencia y pelean
las contradicciones
por una limosna de luz,
puedes recobrar
algún corpúsculo
del vano amor.
Fotografía: Jim Campbell
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