La vida en el squat tiene sus
sinsabores y también sus destellos
y fosforescencias.
Para ducharnos con agua caliente
vamos a una universidad próxima
y las ardillas vienen a abastecerse
casi todas las noches.
Hay cañerías que se atascan,
radiadores que caducan
y ventanas por las que silba
el viento una melodía tangible.
"Caos en las calles
y orden en la cocina" anuncia
un cartel más desiderativo
que transparente.
Entre la abundancia de comida
reciclada han llegado flores
y manteles orientales.
Incluso hay un libro en inglés
-en "pruebas no corregidas"-
del bardo inmortal
Mahmud Darwish.
Y lo leo mientras despierta
el silencio y me reflejo
en su exilio y mecido por esta
anomalía, repito su
pregunta: ¿será que la muerte
se ha olvidado de nosotros?
0 comentarios