A menudo pensamos
que el amor es medicina
y enfermedad, vicio
y salud como agua
de lluvia ante el
secano del alma,
que las penas de amor
se curan con más amor
y que vivimos
en la eterna fantasía
de atesorar
entre las manos,
hasta que nace
la sangre,
la rosa de todas
las estaciones.
¿Acaso existe
otro equilibrio
al margen de esa
irresoluble ecuación,
de esa geometría
variable?
Fotografía: Nan Goldin
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