En este final del otoño
se puede uno deleitar
con níscalos lechosos,
se pueden despellejar
unas tiernas castañas
y esparcir las perlas
de rojizas granadas
sobre el recuerdo vago
de tus últimos besos.
A pesar de estos manjares
luminosos y del fuego
de leña crepitando
que me imagino
con literaria facilidad,
nada puede sustituir
el abrigo desnudo
de tus últimas
palabras de amor.
Fotografía: Hans Mauli
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