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ateo poeta

 

Me adviertes de lo pernicioso

que es encerrarse en casa sin

cultivar una mínima vida social.

 

Temes que desarrolle un nuevo

caparazón por encima de la piel,

de la ropa y de otros intangibles

emocionales por culpa del laberinto

lúgubre -mas lleno de palabras floridas-

en el que incurro con cierta

atracción masoquista.

 

Sabes que detesto la adicción

al trabajo, la disciplina impuesta

y toda autoridad, pero desconfías

de verme conectado a la máquina

hasta altas horas de la madrugada.

 

Yo también me burlo de mí mismo

y preconizo una vida más disoluta,

por lo que sospecho que la diligencia

laboral y el oscurantismo de mi

espíritu no son cualidades innatas

sino fruto de muchos golpes

y de presentir que, en el fondo,

desde que te fuiste,

todo está perdido.

 

 

Fotografía: Lewis Hine

 

 

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