¿Pero qué tipo de mundo
estamos dejando como legado
a quienes van incorporándose
-irreverentes-
sin pedir permiso para nacer
ni -inocentes-
portar responsabilidad alguna
en su alumbramiento
y no digamos ya
considerando
que -en tanto sujetos pasivos-
ni siquiera han gozado
de acceso previo
a informes rigurosos y solventes
acerca de lo que aquí
les aguardaba?
¿Alguien se ha acordado
de que queden árboles
y semillas suficientes
mientras se habilita
el puente aéreo
para importar
la fotosíntesis
y el agua pura
del edén
de algún otro
planeta?
¿Y, por cierto, cómo
tenemos la reserva
de camas, techos,
medicinas y personal
auxiliar de cuidados
intensivos para los más
de siete mil millones
que no podrán irse
de vacaciones
a contemplar uno
de esos paradisiacos
agujeros negros
del espacio?
Sin ánimo
de exhaustividad:
¿seremos capaces
de recuperar alguna
dignidad inteligible,
algún derecho
o guía de conducta
a partir de las cenizas
y añicos
en que acabaron
convertidas
aquellas páginas
de papel centenario
donde se inscribían
hermosas
palabras de libertad,
igualdad, etc.?
Fotografía: Gloria Rodríguez
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