Por los valles y trazados sinuosos
de esta página en blanco
está de más cualquier perturbación
de su armonía antigua,
de la morada de aquellas palabras
que se pronunciaron en sus públicas
avenidas o en los márgenes
de lo suficientemente
conocido.
Por eso confío en ir escribiendo
el camino, en la dación singular
de un paisaje acorde a su intrínseca
forma, en amar tus gestos
vernáculos, tus cultivos
fértiles que enmiendan
la voluntad del milagro.
Es la única reverencia,
el espacio tangible que ofusca
los círculos viciosos,
la línea roja del horizonte
en donde irradia toda
posibilidad.
Más allá de estos parámetros
me declaro incapaz de decir
un poema con sentido.
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