Nos reunimos para decir
más que para hacer,
aunque toda asamblea pivota
sobre el frágil equilibrio
de decidir qué hacer
en un futuro
muy condicional.
También hacemos mucho
en la forma de decir
y en el modo de estar
mientras abrimos sendas
en la selva virgen
de vetos y disensos
obstruyendo el atisbo
de una muy merecida
luz.
Y al involucramos
en esa vida de acción
descubrimos que casi todo
era ya un decir:
ofrecer un ejemplo,
invitar a sumarse,
esparcir rosas y semillas
de una muy lírica
subversión.
Esta política enamora
con sus trenzados
imposibles
entre las obras y razones
y los hilos imprevistos
de un muy, pero que muy
escueto devenir.
Ilustración: Erick Beltrán
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