Llego tarde y me alegro
de comprobar que todo
sigue su curso
y me puedo adherir
a esa leve construcción
de castillos en el aire.
No me pronuncio
hasta reconocer qué siento
hoy, qué temperatura
y clima se han adueñado
hoy de mis palabras
emergentes.
Cedo la voz,
renuncio a mi turno,
no acepto la inercia
del sobreentendido.
Primero, que se disipen
la certeza y el consenso
naturales.
A lo lejos, si solo apremia
el querer confluir,
una línea en común,
un fragmento de texto
a menudo sin tinta
ni papel.
Ilustración: Brion Gysin
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