Hemos salido pronto de casa,
sobre las 7:30, todavía adormilados
aunque tú ya te has vestido
con tu mejor sonrisa para afrontar
los estertores de la noche
y el día en ciernes.
A estas horas yo prefiero escribir
algo antes de empezar la jornada
y escuchar la radio y pensar
en esos rostros igual de adormilados
que se dirigen al metro sin demora
pero ninguno con una sonrisa
tan óptima como la tuya.
Y así me enfrento al día gris
con su lluvia lenta
y con la guerra perdida
y sin apenas esfuerzo
me sorprendo
con un agradable
buen humor.
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