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ateo poeta

 

El directivo de banco

que entabló conversación

conmigo durante el vuelo

no tenía ni idea del tipo

peligroso de pasajero

que soy.

 

No me faltaron palabras

para lanzarle a la yugular.

 

Que si su hija estudiaba

en un colegio religioso

y privado, que si la culpa

del desaguisado se debe

al estado de las autonomías,

que si veraneaba con dos

premios nobel, que si

le obligaban a viajar

a Brasil un día y volver

al día siguiente...

 

Mostró cierto interés

en mis razonamientos

acerca de las clases sociales,

como si se tratase

de ciencia punta.

 

Le recomendé, en fin, la película

El Capital, pero ni se inmutó

mientras le desvelaba la trama.

Menos habría entendido

de V de Vendetta,

eso seguro.

 

 

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