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ateo poeta

 

A mi derecha,

salvando el cordón

sanitario

del pasillo,

una pasajera

que se dirige

a la tripulación

con su perfecta

dicción inglesa,

ojea una gruesa

revista de moda.

 

Pasa las páginas

sin perder el tiempo

pero prestando

una medida atención

a los anuncios

de ropa, joyas

y perfumes

de lujo

que acaparan

el noventa por ciento

del volumen

y se exhiben

junto a modelos

delgadísimas,

hieráticas,

tersas

y dotadas

de singulares

atributos

físicos.

 

Hay trabajos

más penosos

en esta vida,

sin duda,

pero no deberíamos

menospreciar

todo ese esfuerzo

por estar al día

y seleccionar,

entre tanta oferta

distinguida,

qué comprar,

qué vestir,

qué complementos

añadir

a esta efímera

existencia.

 

Visto lo visto,

ni siquiera

acumulando tanto

se ejerce de verdad

el derecho

a la pereza.

 

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