De nuevo en la casa quieta, muda,
aireándola con la brisa de la noche
y la luna fría, añadiéndole un poco
de murmullo, los recuerdos fragantes
del viaje, noticias de otro mundo
que no es tan distinto si lo miras
de cerca a los ojos, temblando,
el saldo de sosiego que te mereces,
la zozobra que te rodea, unas pocas
palabras con las que alimentar
el cuerpo insatisfecho y dormir
como si las paredes gozasen
del don de la transparencia.
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