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ateo poeta

 

Por fin se ha despejado

el cielo, la piel disfruta

de la cálida piel

y la felicidad

se agolpa

en unas pocas

y concurridas plazas.

 

En las calles adyacentes

persisten las sombras

solitarias,

los cuerpos se evitan

y la noche se cierne

implacable.

 

 

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