Los objetos no nos pertenecen.
El alma está hecha de objetos
de todo tipo, por muy intangibles,
perecederos o voladores y no
identificados que nos parezcan.
El alma no nos pertenece.
Hacemos mudanza de alma
y los sentimientos siguen ahí,
simbióticos, parásitos, esperando
su turno en un nuevo paisaje
sin temor a la indigencia.
Somos, sin duda, una materia
muy frágil.
Ilustración: Maria Mjöllnir
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