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ateo poeta

 

Antes somatizaba

los reveses

en la garganta.

Las pústulas

o la afonía,

burlándose,

con su mensaje

alto y claro:

 

dejarás de hablar

de una vez,

imperará,

por fin,

el silencio.

 

De un tiempo

a esta parte

las desgracias

afectivas

tampoco vienen

solas

y se hacen notar

en los tibios

ojos

como diciendo:

 

dejarás de ver,

hartazgo

de tanta lectura

y de tanto mirar

insaciable.

 

Con paciencia

aguardo

a la tercera edad

que se avecina

con sordera

senil,

como si atinasen

de lleno las mofas

-o magisterios-

de los parientes

chimpancés:

 

dejarás de escuchar

sandeces,

es la hora

de atender al canto

único y solaz.

 

Sólo espero,

como mal menor,

que unas atrofias

de los sentidos

no se acumulen

con las anteriores.

 

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