Antes somatizaba
los reveses
en la garganta.
Las pústulas
o la afonía,
burlándose,
con su mensaje
alto y claro:
dejarás de hablar
de una vez,
imperará,
por fin,
el silencio.
De un tiempo
a esta parte
las desgracias
afectivas
tampoco vienen
solas
y se hacen notar
en los tibios
ojos
como diciendo:
dejarás de ver,
hartazgo
de tanta lectura
y de tanto mirar
insaciable.
Con paciencia
aguardo
a la tercera edad
que se avecina
con sordera
senil,
como si atinasen
de lleno las mofas
-o magisterios-
de los parientes
chimpancés:
dejarás de escuchar
sandeces,
es la hora
de atender al canto
único y solaz.
Sólo espero,
como mal menor,
que unas atrofias
de los sentidos
no se acumulen
con las anteriores.
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