Supongo que el amor
es un buen tentempié
para soportar el ayuno
entre horas.
Y les sienta
como anillo al dedo
a quienes dejaron atrás
la angustia
de enfrentarse cada día
con lo peor y lo mejor
de sí mismos.
(Ese dichoso espejo
que preside
el cuarto de baño.)
El resto nos alimentamos
de las migajas del banquete
cuando no se trata
de reparar
algún que otro
órgano amputado.
Fotografía: John Wehrheim
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