Lo mejor que puedo hacer es dormir, aligerar
el peso de otro día en combustión.
Mis aullidos desde el precipicio huelen
a una criatura reciente y al óxido
de las alambradas.
Me acerco a un nadir frente al que bate
la espuma, donde picotean las luces
benevolentes y desearía otros
antepasados.
Tu cuerpo en transparencia ya no se apodera
de mi escasez, se olvidó de los nichos
y de las marismas.
Lo mejor que puedo hacer es incorporar
cada uno de tus rescoldos.
Ilustración: Enrique Maté
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