No me leas más,
por favor.
Después de tanto tiempo
corrigiendo erratas,
ha llegado la hora
de decir:
qué triste,
qué triste,
qué triste.
(Es un trabalenguas
por omisión,
como bien se sabe.)
A partir de este momento
es mejor que continuemos
arañándonos
en la penumbra.
No se me ocurre ninguna
rima ni adjetivo original
para murciélago.
Sólo vista perezosa
o aguda audición.
Pues así,
en la caverna,
cada cual
con sus oscurísimas
veleidades.
En la primavera
o mucho antes, volverá
a brotarnos el sentido
del humor.
0 comentarios