Del fondo hambriento de un violín
me llega un catálogo racional
de la dentadura con que me amas.
O que te sirve para ponerle un dique
a los silencios antes de que avancen
a la línea de empaquetado.
Porque en ese grado de residencia,
en las frutas al alcance de la mano,
sí que hay atisbo de navegación
y de luz y de dulce equilibrio.
Y esta mañana fría aún no he dicho cerezas,
piel virtuosa, lobos, remanentes.
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