¿Y por qué no pruebas con los hombres
y te zafas del heteronormativismo,
tú que tanto presumes de no comulgar
con ruedas de molino y de transgredir
día a día cada sutil faz
de la opresión?
Y respondí: porque abogo por el derecho
radiante a que cada cual se rasgue
las vestiduras y se desquite e imagine
las perversiones que le venga en gana
de acuerdo a su mortal naturaleza
de marfil y crisantemos.
Por lo demás, tan sólo me adhiero
a una máxima: los caminos del deseo
son inextricables.
Fotografía: Ellen Von Unwerth
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