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ateo poeta

 

Ahora que te has ido

arrojan luz

los límites.

 

Los límites sinuosos

que nunca deslindaron bien

nuestros terrenos

respectivos,

ni falta que hacía.

 

Los límites hipotéticos

a los que tendía

la maldita curva normal

del pesimismo.

 

Los límites crudos

que distinguen

dos cepillos de dientes,

la ropa interior

y la privacidad

de nuestros demonios.

 

Los minerales preciosos

que aguardaban

tras la penosa

excavación

en el largo túnel

de la nada.

 

Las gotas que colmaban

el vaso

de forma consecutiva

y ajenas a la factura

del agua

corriente.

 

Llamamos amor

a un buen atajo de límites

cuando hiere menos

aceptar

sus cargas y beneficios

uno por uno.

 

 

Fotografía: Helmut Newton

 

 

 

 

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