Y, por sorpresa, todo enmudece.
Piensas en tus méritos
para alcanzar tan ambiguo estado
líquido o gaseoso.
Todo alrededor y, sin florituras,
la caja de resonancia donde ahora
sólo hay cuerpo.
De aquí no se sale
ni con las coordenadas
de la isla del tesoro.
Fotografía: Javier Campano
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