Entiendo y admiro los bailes
agarrados.
La proximidad de la piel,
la invitación a jugar,
intuir la certeza del futuro
implacable.
Siempre quise ser más hábil
en ese arte, no lo niego
pero, a cambio, nos quedaba
la algarabía.
Tampoco por saltar con frenesí,
a mi aire,
he volado mucho más
alto.
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