Circula por ahí
un exceso de masculina
recreación
en el cortejo casquivano
y en adular las proezas
de su errática
promiscuidad.
Viejos lobos
con piel de cordero.
Tienden a olvidar
que son las mujeres
infieles
las únicas soberanas
para transgredir
las inercias
del deseo.
No hay otros aullidos
que iluminen más
la noche.
Fotografía: Richard Kern
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