Lo único
agradable
del trabajo aburrido
es toda la excitación
subyacente
que se va generando
como un antídoto
eficaz.
Pergeñas
las aventuras
que deseas emprender.
Los cuerpos y placeres
que aguardan ahí,
al alcance
de la mano.
Después, acabas
la tarea
y los sueños, sin el menor
remordimiento,
se largan a buscar
otra víctima
propiciatoria.
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