Me fastidian
las reglas del juego.
Me fastidia,
en particular,
cómo persisten ellas
y las ignoramos
el resto.
Me fastidian, tanto o más,
las reglas usadas
para definir
las reglas del juego.
Esa secreta
metafísica
en segundo plano.
Y me fastidian,
en primera instancia,
los intereses pequeños
y avaros
de quienes juegan
a ponernos
las reglas.
En este punto
siempre surge
una bifurcación:
librarnos de ellas
o jugar a otra cosa.
Ilustración: Violeta Camarasa
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