Te has ido. Es diciembre.
Esta noche será más fría,
y las que siguen.
Tampoco es cuestión
de hacer un drama. Estas
cosas ocurren. Son las reglas
del juego. Entras y sales.
Las razones pueden ser
infinitas. Y, para más inri,
neutralizadas a discreción
por la otra parte del cerebro.
A veces me siento un monstruo
al ponerlo negro sobre
blanco. Al anticiparlo. Como
si cavara mi propia tumba.
La voz de la experiencia,
ojalá. Más grave es lo
de otros, los sin nombre.
Qué fácil es ahora, lo sé,
relativizarlo. Cuando ya no
hay nada que restaurar.
Los errores se pagan
caros. Por culpa de esa
mitad del cerebro. Son
las reglas, te quería, pero
ya no hay más palabras
invitadas a la fiesta.
Fotografía: Miguel A. Martínez
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