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ateo poeta

 

Con 20 años leía apasionado, con fruición y desasosiego, los enigmas que Varela y Maturana desgranaban en su biología del conocimiento. Era como excavar en un pozo sin fondo, hasta el magma abrasador, hasta el núcleo de nuestro existir.

 

Hoy, más de 20 años después, Maturana sigue tocando las raíces con sus manos sabias, sin privarlas del sustento, del humus y las fuentes que nos dotan de un mimetismo esencial.

 

“El acto de la reflexión -la ciencia, por ejemplo- requiere amar. Requiere este acto de moverse en las circunstancias, sin prejuicios, expectativas o exigencias. El otro tiene presencia cuando se legitima su presencia, no se tiene que disculpar por ser. Si yo no respeto, nunca lo voy a comprender.”

 

Afinidades electivas. Conjunción del mundo. No desarraigar mis emociones de la luminosidad.

 

 

Fotografía: Miguel A. Martínez

 

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