Uno ya ha visto
mucha tierra quemada,
y cuánta aún por ver.
Por eso, al oír el aullido
invitándome a aullar, entro
a regañadientes
en la partida.
Lo que ya no me sorprende
es que a mitad del asunto
siempre se modifiquen
las reglas del juego.
Poca voluntad.
O resquicios.
Quizá solo hay lobos
bajo la tersa piel
de los lobos.
Quizá solo somos.
Manada. Reflejos
de la luna que nos
averigua.
Fotografía: Chema Madoz
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