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ateo poeta

 

Me alimento del rubor que inflige

la pálida desnudez, un vacío, la carcasa,

desolación contraria a escribir

un fragmento del mundo.

 

Torso coronado de azul que arma

la denuncia del dogal al cuello.

 

Evocan tus labios la serenidad

y construyen un relato con músculo,

habitable, en permanente giro

y trenzado.

 

 

Fotografía: Albarrán Cabrera

 

 

 

 

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