hace frío en Örebro
¿Adónde vais en esta noche helada,
camaradas de subvenciones europeas,
qué os desvela a vuestra edad de tortugas?
Vamos a coger el avión de las vibraciones infinitas
en otro vaso de orgasmos flotando
en espumas de icebergs y ojos hambrientos.
Nos lo ha dicho Governor Andy, ese doctor
que nos ha inoculado reggae como anestesia,
durante horas de sudor y de ojos hambrientos.
Enseguida nos reconocimos, la sangre caliente
como lobos esteparios, la risa floja, basta de dioses
y de intelectualismos, brindemos por la ciencia.
En cada aeropuerto te espera una ración de danza
hasta la extenuación, mi cómplice, mi dulce
trance vagabundo, recuerda a los Speak Low
en Madrid, a los del Mojo Project en Sevilla, a aquellas
negras soberbias en Pekín. Lárgate de esos
frígidos aeropuertos, vamos a buscar los ojos
negros y hambrientos y afilados como el tiempo
que sólo quieres quemar pronto. ¿Ya habéis
encontrado la piedra filosofal de la eterna juventud,
eh, vosotros, los viajantes, los rumiantes inquietos?
Tan sólo hallamos redes inalámbricas, la memoria
efímera y colectiva de la próxima masturbación
y la vida apretada con fuerza en un puño
como la piedra que lanzarías hacia arriba.
Ahora es fácil traducirnos, cambiarnos de lugar,
mimar nuestras frágiles esencias, el baile las moldea
y la noche comienza a las tres en el círculo polar.
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