cuentos japoneses
Leer para quemar el tiempo de los viajes. Leer porque sales a la calle cada día con una luz distinta en tus ojos. Leer porque la curiosidad es más fuerte que tu voluntad. Entre los libros insólitos que he ido rebuscando en estanterías llenas de polvo y ferias de anticuarios, esta vez le ha tocado el turno a los cuentos japoneses de Lafcadio Hearn (1850-1904). Este greco-inglés acabó dando con sus huesos en Japón y de su enamoramiento de las delicadas costumbres niponas y de la hija de un samurai, surgió su devoción hacia la literatura de aquel país. Los cuentos de Kwaidan destilan fantasía, moralinas, budismo y feudalismo. Aunque el estilo narrativo puede parecer muy clásico para quien se encuentre ávido de innovaciones, la redacción nítida y la culta prosa que emplea (el traductor, por lo menos; es de suponer que siguiendo la estela originaria del creador) destilan una agradable sensación de placidez. Los personajes meditan, sueñan, son objeto de avatares sorprendentes y muchos parecen albergar una recia y ejemplar fortaleza de espíritu. Leer es también una forma de hacer amigos, de recrear los que tienes intercambiando las voces que leemos. Por eso Enrique me ha pasado otro libro del mismo Hearn que, sin duda, me abrirá nuevas ventanas al universo del Japón ancestral. Son sorprendentes los derroteros que va tomando la vida después de cada decisión que tomas, especialmente de aquéllas que son guiadas por una insaciable, y tal vez oscura, curiosidad.
6 comentarios
Bosquimano -
ateopoeta -
en fin, no me imaginé que el acercamiento al Japón me iba a llevar por estos derroteros... en la próxima visita a un restaurante japonés, seguro que voy a mirar las cosas con otros ojos
Polikarpov -
Cuando como pescado veo al pez, siento su vida en mi boca y le agradezco,consciente, que su carne me de vida. Casi le pido perdón. Nada más hermoso que el pez rapidisimo venciendo el torrente y el pájaro sobre el cielo sin esfuerzo.
Bosquimano -
Pero repito lo de su amor al vacio, vacio creador siempre, frente al miedo al vacio de la cultura occidental juedocristiana.
ateopoeta -
ateopoeta -