Blogia
ateo poeta

Padre nuestro

Padre nuestro

Los relatos fílmicos también deben apasionarte. Como tantas cosas en la vida. Si no, ¿qué nos aportan? ¿con qué presupuestos las vamos a interpretar, a integrar, a darles sentido? El conflicto puede surgir, evidentemente, con valoraciones objetivas. Pero en las obras artísticas el margen para la valoración objetiva parece más estrecho que para la apreciación subjetiva... La película “Padre nuestro” (Christopher Zalla, 2006) posee indudables valores cinematográficos de uno y otro costal: ritmo y acción, diálogos ricos, personajes consistentes, escenas inesperadas... Además, como buen relato realista (recuérdense otras películas recientes de su género como Tsotsi, Pan y Rosas, El Jardinero Fiel, Crash, etc.), plantea dilemas morales meridianos. La sinopsis es orientativa pero puede ser engañosa de los grandes logros de esta filmación: un joven mexicano analfabeto y cuya madre ha fallecido, viaja clandestinamente a New York a la búsqueda de su padre que, supuestamente, ha acumulado una fortuna después de más de una decena de años como inmigrante. La riqueza del padre, en efecto, existe, pero escondida en los fondos de una miserable vivienda de Brooklyn en la que el hombre se intoxica de alcohol, de soledad y de horas extras cosiendo flores de tela. El joven es asaltado y humillado nada más darse de bruces con el suelo neoyorquino. Su identidad, para más colmo, es suplantada por otro joven mexicano con amplias dotes delincuenciales que pondrá al servicio de su taimada relación con su recién adoptado falso padre. La ingenuidad y arrojo de uno, las artimañas e inmerecidos beneficios de otro, la paradójica frustración del inmigrante perpetuamente ilegal e invisible, o el eslabón que representan una prostituta y otros trabajadores inmigrantes, se nos ofrecen no sólo como descripciones dramáticas de un submundo, sino como ejes de unos eventos que van a transformar la vida de cada uno de ellos. Cada imagen y cada escena iluminan esas transformaciones. Las palabras no sobran ni faltan. El corazón te palpita hasta el último momento.



0 comentarios